Author: Zabalgarbi
Infraestructuras al servicio del medio ambiente
CINCO DÍAS
La importancia que la Unión Europea otorga a las políticas de protección del medio ambiente y los recursos naturales ha ido aumentando gradualmente en los últimos años. En su Hoja de Ruta para una Europa Eficiente, se apuesta por políticas de gestión y prevención de residuos y de tratamiento y eliminación de los mismos. La UE genera cada año unos 2.000 millones de toneladas de residuos, con una tasa de crecimiento anual de más del 10% en los últimos seis años. Estos residuos se depositan en su mayor parte en vertederos, que crean problemas al subsuelo donde se ubican y generan gases tóxicos y explosivos. Y además, existe un número de vertederos ilegales, indeterminado, pero cada vez mayor, con los consiguientes riesgos imposibles de cuantificar.
La situación en España con respecto al cumplimiento de estos objetivos es preocupante. Ya existe una doble sentencia del Tribunal de Justicia de la UE (TJUE), que condena a España por la existencia y absoluto abandono de 88 vertederos incontrolados. La primera se emitió en febrero de 2016 y señaló 27 vertederos que o bien seguían en activo o bien no fueron sellados tras su cierre. Además, en otra sentencia reciente, se señalan irregularidades en otros 61 vertederos, el 80% de los cuales se reparte entre las Islas Canarias y Castilla y León.
Más allá de seguir insistiendo en el fomento de las políticas de reciclaje, los métodos alternativos de eliminación de residuos pasan por la gestión de los residuos mediante procesos de valorización energética, que permitan eliminar físicamente los residuos y generar energía eléctrica. Por ejemplo, aunque Dinamarca es de los países que más residuos genera, solamente un 1% termina en vertederos. En los últimos tiempos la evolución de la tecnología que se aplica en estos procesos se ha desarrollado de forma relevante sin poner en riesgo la salud de los residentes cercanos.
Guipúzcoa tiene sus vertederos colapsados desde hace tiempo, hasta el punto de tener que trasladarlos a otras regiones con el coste que ello conlleva. Para poner remedio a esta situación, ha optado por la valoración energética mediante la construcción del Complejo Medioambiental de Gipúzcoa que, con el uso de tecnología de primer orden, permitirá eliminar los residuos de todo el territorio, convirtiéndolos, en energía eléctrica.
Para su desarrollo, se ha recurrido a la colaboración público privada por las ventajas que esta da en términos de eficiencia operativa sin por ello comprometer deuda pública. El contrato para su puesta en marcha, que incluye su diseño, construcción y mantenimiento durante un plazo de 35 años, ya se ha firmado. Como la mayor parte de los riesgos operacionales se han transferido al sector privado, el proyecto no computará, según la normativa europea de cuentas SEC 2010, como deuda pública para la Administración. Recientemente se hizo público que el proyecto, de unos 250 millones de euros, ha cerrado financiación mediante una combinación de bonos y préstamos bancarios, captando el interés de un gran número de bancos e inversores institucionales.
Necesitamos acometer las medidas necesarias para cumplir con las directrices de la UE. Contamos para ello con las herramientas necesarias. De un lado, la colaboración pública privada que no supone incurrir en más deuda pública y, de otro, el interés de los inversores y financiadores de todo el mundo dispuestos a canalizar la gran liquidez que gestionan hacia estos proyectos. No aprovecharlo nos aboca al pago de sanaciones y a un futuro medioambiental cada vez más alejado de las demandas de las sociedades modernas.
Las 21.000 toneladas de aceite industrial usado en Euskadi se reutilizaron
ABC
Las 21.239 toneladas de aceite industrial usado que se recogieron en el País Vasco el año pasado fueron reutilizadas para la fabricación de nuevos lubricantes o para su uso energético, según Sigaus, el sistema encargado de gestionar y reciclar este material.
En total se efectuaron en Euskadi 7.238 operaciones de recogida para la recuperación de este residuo peligroso generado en 183 municipios vascos, en los que se atendió a 2.672 establecimientos productores.
Casi la mitad fueron talleres mecánicos, si bien el sector que más residuo de este tipo generó fue la industria, con un 57 % del total.
Sigaus ha puesto de relieve en un comunicado que el 100 % del residuo recuperado fue reciclado como materia prima, lo que evitó su impacto nocivo sobre el medio ambiente.
Euskadi es la cuarta comunidad autónoma consumidora de lubricantes nuevos, con un total de 26.888 toneladas el año pasado, un 1 % más que en 2015.
Este producto se utiliza sobre todo en los sectores de la automoción, la industria, el transporte, la construcción, la agricultura y cualquier actividad en la que se usan compresores, turbinas o engranajes.
Sigaus ha señalado que el País Vasco tiene una gran complejidad logística ya que el 42 % de los municipios donde se hicieron recogidas eran rurales.
Más de tres cuartas partes del total del aceite usado neto recogido (79,5 %) se destinó a regeneración, lo que permitió devolver al mercado 5.186 toneladas de lubricantes, equiparable al 19 % del consumo en Euskadi, y evitó emitir a la atmósfera de 23.360 toneladas de CO2.
Los aceites usados que no son aptos para ser regenerados se tratan para crear un combustible de uso industrial parecido al fuel óleo, que se utiliza en industrias con hornos como papeleras, cementeras y centrales térmicas de cogeneración eléctrica. Las 2.012 toneladas destinadas en 2016 a este fin generaron una energía equivalente a 21,81 GWh, suficientes como para abastecer el consumo de anual de 5.098 hogares vascos.
“La economía circular puede ser la salida a la crisis de Euskadi como fue la energía eólica o la aeronáutica”
NOTICIAS DE GIPUZKOA
La primera baldosa fabricada con material 100% reciclado que supera en rendimiento a las de cerámica y madera tiene origen guipuzcoano. La empresa Eko-Rec de Andoain, con una plantilla de 115 personas y 18 millones de euros de facturación, da así una nueva vuelta de tuerca al reciclaje y demuestra que puede ser una actividad económica rentable y con gran futuro, tal y como reitera siempre que tiene ocasión su director general, Santiago Barba.
Nacieron en 2012, en plena crisis económica, pero su evolución ha sido constante y positiva. ¿Cuál es la fórmula?
-Nosotros apostamos por utilizar todos los activos industriales que había aquí, creamos la empresa y acordamos con los trabajadores una fórmula de arranque de la actividad que nos permitiera a todos apostar por el proyecto. Poco a poco hemos ido creciendo y nos ha permitido ir consolidando la situación. Es complicado, pero se puede.
Una vez superada, al parecer, la etapa más crítica, ¿consideran que deben cambiar aspectos de la gestión realizada hasta ahora?
-Es diferente cuando se gestiona en crisis y cuando no, sobre todo porque cuando estás en una crisis muy dura primero tienes que convencer a clientes, instituciones, banca, de que tiene sentido el proyecto. Cuando las cosas empiezan a ir mejor, es el mercado el que demanda producto y siempre es más fácil. Pero sigue siendo complicado porque, aunque empezamos a repuntar, todavía no hemos salido de la situación de crisis. Ahora lo bueno es utilizar las ventajas de lo que hemos aprendido de estos años, consolidar el empleo que hemos creado y las relaciones con los proveedores y con los clientes, y empezar a invertir para desarrollar el futuro.
¿Por qué el reciclaje?
-En Gipuzkoa la economía circular es un tema en ebullición, y ya hace años se veía que, al igual que Euskadi salió de la crisis de los 80 con la aeronáutica y la energía eólica, en la actual una de las grandes salidas puede ser la economía circular.
¿Cuáles son los principales clientes con los que trabajan?
-Tenemos dos mercados radicalmente diferentes, el del envase que es fundamentalmente alimentación, y el de la fibra de poliéster, que es en un 90% para la automoción. Respecto al primero, se trata de un mercado bastante atomizado mientras que en el segundo los principales clientes son los Tier II y Tier III. Nosotros aquí fabricamos fibra para 1,5 millones de coches al año, lo que quiere decir que trabajamos para absolutamente toda la gama de vehículos europea, desde el Kia hasta Mercedes, y el grueso del negocio se basa en la exportación.
¿Qué porcentaje de su producción se exporta y a qué mercados?
-Exportamos el 60% y podría ser más. Europa es nuestro mercado exterior principal, sobre todo Alemania y Reino Unido, y también exportamos algo al norte de África. Por otro lado, vendemos algo a Japón y Sudamérica, pero son operaciones más puntuales.
También importan material. ¿No se genera suficiente residuo PET en Gipuzkoa?
-No, ni mucho menos. Nosotros reciclamos aquí el equivalente a un tercio de lo que se genera en todos los contenedores del Estado. Incluso tenemos que traer de Francia y, a veces, de Portugal. No vamos más lejos porque la materia no viaja bien. En este sentido, y afortunadamente, una de las líneas de actuación de la Unión Europea en este ámbito es evitar que residuos que el ciudadano echa en el contenedor acaben exportados a terceros países que no sabemos cómo los reciclan. Eso es una lucha emprendida por la Unión Europea que está muy activa.
¿Tienen una fuerte competencia?
-Empresas a nivel estatal que reciclen existe media docena. Pero nosotros somos la única compañía en Europa que además de reciclar hacemos el producto final, con lo cual tenemos una ventaja competitiva muy importante.
Además de la baldosa que recientemente han presentado, ¿trabajan en nuevos productos o líneas de investigación?
-Trabajamos con muchas líneas de innovación, como por ejemplo el reciclaje de redes y basura marinas, ya que se genera mucha cantidad porque la actividad pesquera es importante. Queremos convertir esas redes en material para impresoras 3D o en material para fabricación textil. Otra línea de investigación muy importante para nosotros es la del reciclaje del textil. La velocidad a la que compramos la ropa y la tiramos es la misma, y todo ese material en la mayoría de los casos no se recicla y acaba en un vertedero o una incineradora. Eso es una barbaridad, el producto textil nos puede venir muy bien para la línea de fabricación de moqueta, de poliéster.
Un reto muy ambicioso que se han marcado es el de crear el principal centro de investigación sobre reciclaje terrestre y marítimo de Europa. ¿Qué pasos se han dado hasta ahora y cuáles serán los siguientes?
-En primer lugar, nos estamos posicionando mejor todavía como referentes del producto reciclado, con una fuerte actividad en foros de la Unión Europea donde se diseña la política de reciclaje de los próximos años. La segunda línea es potenciar la unión de nuestra I+D con las universidades, porque aquí tenemos varias con mucho potencial y mucha capacidad de trabajo en nuevos materiales. A partir de ahí, la siguiente fase es aprovechar nuestro posicionamiento para crear un gran centro en el que generemos ideas, las desarrollemos y luego ya que tengan su vida propia, una especie de laboratorio de ideas.
¿En qué punto está Euskadi con respecto al reciclaje?
-Tenemos una importante ventaja como es que aquí los ciudadanos tenemos la conciencia de que el residuo es un recurso, no basura. Y como es recurso, algo hay que hacer con él. Pero hay que ser realista, y el residuo no es 100% reciclable. Por eso, hay que reducir el volumen de residuos, reciclar todo lo posible y lo que no se pueda incinerarlo o llevarlo al vertedero. Todavía nos queda mucho, nos queda un camino que nos va a dar la posibilidad de crear industria, empleo, conocimiento, investigación… Hay que mirarlo como una oportunidad.
¿La economía circular va a adquirir peso en el futuro?
-Va a adquirir un peso muy importante, va a generar muchísima actividad industrial e investigadora. No hay que olvidar que el acero es economía circular, es coger un residuo que es la chatarra y convertirla en un producto final. La diferencia ahora es que en lugar de acero será plástico.
¿Cree que las instituciones llevan una política correcta en el ámbito del reciclaje?
-Yo creo que algunas instituciones han estado muy concienciadas siempre como el Gobierno Vasco o la Diputación Foral de Gipuzkoa. El aspecto más negativo es que las entidades financieras no perciben como real que un proyecto de estas características sea posible desarrollarlo en Euskadi.
La Unión Europea quiere reducir al 10% la basura urbana que se deposita en el vertedero
GESTORES DE RESIDUOS
“Los países que han crecido en reciclaje, lo han hecho aumentando también la valorización energética”
RETEMA
En el marco del Meeting Point promovido y organizado por la Fundación para la Economía Circular, y que, bajo el título “Gestión de recursos materiales, productos y residuos: Objetivos 2030”, tuvo lugar en Madrid el pasado 22 de junio”, el presidente de Aeversu, Rafael Guinea, fue invitado a participar en la sesión centrada en la valorización energética, compartiendo mesa con el Director del Centro de Competencia Ambiental de Ferrovial Servicios, Vicente Galván; el Consejero Delegado de Lipor, Fernando Leitte; y la Directora Técnica de Urbaser, Pilar Tur.
La temática central no era otra que analizar la Comunicación de la Comisión Europea, de 26 de enero de 2017, sobre el papel de la transformación energética de los residuos en la economía circular, intentando discernir la forma de valorización energética que favorecería en la actualidad a España y Portugal y cuál sería la idónea para los territorios insulares.
Antes de entrar en materia, Guinea lamentó que España, no sólo se esté quedando atrás en la gestión de residuos por inmovilismo, sino también que se esté quedando atrás en los debates europeos, señalando al respecto que dicha Comunicación, de por sí muy confusa, se encuentra muy orientada a los países del Norte de Europa, estando especialmente centrada en la energía. Y como ejemplo aludió al caso de Suecia, país en el que se están construyendo muchas más plantas de valorización energética de las necesarias, adoleciendo de sobrecapacidad porque cada ayuntamiento quiere tener la suya propia para producir energía con los residuos no reciclables y prescindir así de la compra de combustibles fósiles.
Con este diagnóstico de partida, el presidente de Aeversu se preguntó en qué sentido puede verse reflejada España en esta Comunicación, sobre todo cuando el 55% de los residuos municipales se destina a vertedero, con la particularidad de que siempre se habla de los residuos municipales, obviando otros como los comerciales e industriales no peligrosos, y que teóricamente no existen a efectos contables para Eurostat, pero que están llenando los vertederos.
Valorización energética de alto rendimiento: la apuesta
Bajo el supuesto de que “hay leyes de la Física que no conviene olvidar”, apostó por buscar la valorización energética de mayor rendimiento para aprovechar mejor los recursos. Y aunque aludió a la biometanización como la primera que permite reutilizar el material de una manera adecuada, reconoció que sólo resulta aplicable cuando se dispone de materia orgánica procedente de la recogida selectiva.
Asimismo, aseguró que, a pesar de que el proceso de recogida selectiva sea muy bueno y eficiente, siempre va a haber una parte de rechazos que precisan de una gestión adecuada que sólo puede ofrecer la valorización energética convencional, necesitando de instalaciones que realmente funcionen, como las que existen, y que presten un servicio público de calidad, obteniendo el mejor rendimiento con los mayores estándares ambientales.
Profundizando en la situación de los territorios insulares, se mostró extremadamente sensible con la gestión de los residuos en los mismos. No en vano, vive en Palma de Mallorca y conoce perfectamente las circunstancias propias de una isla como ésta. “Estamos ante un territorio limitado, con recursos escasos, donde no hay alfombras que puedan tapar los residuos y donde la capacidad de disponer de energía y agua es escasa”, concluyendo que la valorización energética constituye la mejor opción, toda vez que posibilita la obtención de energía estable, evitando o, al menos disminuyendo, la utilización de otros combustibles como carbón o gasóleo.
Y precisamente las limitaciones geográficas de una isla hacen desaconsejable el uso del vertedero, entre otras razones porque “ocupa suelo, un bien escaso, y lo destroza, al igual que destroza todo lo que hay a su alrededor, generando problemas en el subsuelo, y, en consecuencia en los acuíferos que abastecen a la población”.
Haciendo un paralelismo, se refirió también a la Tierra como una isla en medio del sistema solar con unas limitaciones similares.
Reciclaje y valorización energética, en plena sintonía
En cuanto al rol que debe desempeñar la valorización energética, Rafael Guinea manifestó que queda suficientemente acreditado que ésta y reciclaje van de la mano, asegurando que todos los países que han aumentado sus índices de reciclado, lo han hecho de forma paralela al aumento de la valorización energética en detrimento del vertido. El cambio de enfoque, a su juicio, es claro y evidente: concebir el residuo como recurso.
Koopera convierte residuos textiles en paneles aislantes para la construcción
RESIDUOS PROFESIONAL
En los próximos tres años, la empresa de economía social Koopera espera transformar 345 toneladas de residuos de algodón en 119.000 metros cuadrados de paneles aislantes para el sector de la construcción. Esto permitiría, según destaca el gerente de la empresa, Javier Mariño, “introducir de nuevo en la economía” materiales que de otro modo serían desechados, y hacerlo con un producto cuyo impacto ambiental es menor que el de otros materiales para usos similares.
Así, el proyecto Koopmat Acustic permitirá dar una nueva vida a una parte de las 18.000 toneladas de textil posconsumo(no reutilizable) que Koopera recupera cada año en las 11 provincias en las que dispone de contenedores para la recogida selectiva. El proyecto prevé emplear el 50% del algodón (blanco y de color) no reutilizable para la elaboración de los paneles aislantes.
Para ello, Koopera ha diseñado un proceso de selección y tratamiento del material que comienza en su planta Koopera Reusing Center, ubicada en Mungia (Bizkaia). En ella se lleva a cabo, a través de un sistema automatizado de clasificación por reconocimiento de voz, la separación de la ropa según su calidad.
La parte destinada al reciclaje, que será la materia prima para la fabricación de los paneles, es posteriormente seleccionada según su composición a través de un espectroscopio de onda corta (la fibra para los paneles debe tener un 95% de algodón).
Un proceso manual, que se lleva a cabo también en Mungia, limpia cada prenda de aquellos elementos que no son fibra (botones, cremalleras, estampados, etc.), a fin de homogenizar el residuo y aumentar su calidad. Los tejidos viajan después a la empresa valenciana Rocheltex, donde se obtiene la borra, y de allí se envían a Logroño, a una compañía que fabrica los paneles.
Aislamiento acústico y térmico
Los paneles obtenidos, que han pasado por un proceso previo de validación y caracterización en laboratorio, han sido ya testados con éxito en 23 viviendas rehabilitadas en la localidad vizcaína de Sestao. Tanto en el uso en tabiquería interiorde las viviendas como en los falsos techos, los paneles producidos en este proyecto han arrojado resultados de aislamiento acústico que igualan los valores de otros materiales utilizados en construcción para el mismo fin.
“Los paneles de Koopera son un gran ejemplo de cómo reducir el impacto ambiental que la edificación produce en nuestro entorno”, destaca el arquitecto Aitor Fernández de Oneka, cuyo estudio ha llevado a cabo las obras de rehabilitación en Sestao.
Las mediciones en laboratorio indican además el buen comportamiento que los paneles tienen también en el apartado del aislamiento térmico, por lo que Koopera seguirá trabajando también en esta línea.
Análisis de ciclo de vida
Desde el punto de vista ambiental, y según el concepto de análisis del ciclo de vida –que tiene en cuenta el proceso desde la extracción de la materia prima de la naturaleza, su puesta en obra, la etapa de uso y la facilidad de reutilizar o reciclar los materiales cuando el elemento del que forman parte llega al fin de su vida–, el material presenta características claramente superiores a las que proporcionan otras fibras utilizadas tradicionalmente para la construcción.
El nuevo proyecto, que cuenta con el apoyo de la Sociedad Pública de Gestión Ambiental del Gobierno Vasco (Ihobe), hará posible generar nuevos puestos de trabajo para personas en situación de vulnerabilidad al mismo tiempo que impulsa la “economía circular”, mediante la reutilización de materias primas.
Bizkaia. La Diputación ampliará la planta de compostaje para tratar más residuos
DEIA
La Diputación ampliará la planta de compostaje de Artigas para hacer frente al incremento que, previsiblemente, se va a producir en el futuro en la recogida de materia orgánica. Las instalaciones de Konpostegi se reformarán para tratar hasta 8.000 toneladas de biorresiduo y restos de poda de una forma más rápida que actualmente, además de poder aceptar también residuos de origen animal y no solo vegetal como ocurre actualmente. El departamento foral de Sostenibilidad y Medio Natural acaba de sacar a concurso el servicio de asistencia técnica para la redacción de este proyecto de adecuación.
En funcionamiento desde 2011, Bizkaiko Konpostegi se ubica en el antiguo vertedero de Artigas, en Bilbao. Hasta sus instalaciones llegan cada año algo más de 2.000 toneladas de biorresiduos, principalmente procedentes de poda pero también de la separación que realizan miles de hogares que se han adherido voluntariamente en los últimos seis años al contenedor marrón y los residuos que generan las grandes empresas, como Mercabilbao.
Gracias a la promoción que ha realizado la Diputación de la recogida selectiva del residuos orgánicos mediante la instalación del quinto contenedor a través de una línea de subvención para los ayuntamientos, la presencia de estos contenedores ha crecido notablemente en Bizkaia, hasta estar presente ya en 79 municipios. Consecuentemente, también la cantidad de materia orgánica recogida en ellos se ha multiplicado, pasando de las 3.428 toneladas que se depositaron en 2012 a las 6.613 del año pasado, duplicándose en este último lustro.
Ahora, la Diputación quiere realizar una serie de actuaciones en la plata, para adecuarla a las nuevas necesidades. Por una parte, el previsible crecimiento de la cantidad de residuos con la entrada de nuevos municipios y mancomunidades al sistema de recogida selectiva de materia orgánica y, de otra, la posible aceptación del residuos animal en los contenedores de recogida selectiva, ya que hasta ahora única se permite depositar en ellos residuos vegetales. Se pretende así reformar las instalaciones para poder tratar hasta 4.000 toneladas de biorresiduo y otras tantas de estructurante (restos de poda como ramas, troncos, hierba, hojas…) al año, y hacer en un tiempo inferior al proceso actual de compostaje, con el que se acerca a los seis meses e incluso se supera en ocasiones.
Hoy en día, la capacidad de la nave de recepción, donde llegan los residuos, se ve sobrepasada principalmente en época de poda, como invierno, dado que la recogida de este material tiene un marcado carácter estacional. El biorresiduo que llega desde los domicilios y las grandes empresas, por su parte, presenta un flujo de entrada más o menos homogéneo a lo largo de todo el año.
Se pretende que la solución que se plantee sea modular, es decir, que permita ir aumentando la capacidad de tratamiento de las instalaciones mediante la adición de módulos independientes.
Además de incrementar la capacidad de compostaje de la planta, el departamento de Sostenibilidad y Medio Natural quiere introducir algunas mejoras en todo el proceso. Así, por ejemplo, en la actualidad los operarios seleccionan el residuo y rompen las bolsas que trasladan los camiones de recogida selectiva del contenedor marrón de forma manual. Los pliegos señalan que la apertura de las bolsas se podría realizar de forma manual, de modo que los operarios solo realizarían la selección y criba manual de impropios. Para solucionar el problema de almacenaje de los restos de poda en invierno, se propone habilitar parte de las antiguas naves que constituyeron la antigua planta de triturado que el Ayuntamiento de Bilbao construyó sobre el vertedero. Los camiones descargarían el material en este punto, donde también se trituraría, llevando a la planta el material ya triturado, que ocupa un volumen sustancialmente inferior. Finalmente, también se plantea habilitar un nuevo espacio dedicado a la venta y exposición del nuevo compost producido en la planta, de forma que los posible compradores no tengan que entrar en las zonas de trabajo. Este mismo espacio contará con una oficina dedicada al control remoto de la planta.
El Gobierno Vasco destinará 400.000 euros para apoyar la realización de proyectos de economía circular
IHOBE
El Departamento de Medio Ambiente, Planificación Territorial y Vivienda, a través de su sociedad pública Ihobe apoyará con una cantidad máxima de hasta 30 mil euros la ejecución de proyectos de economía circular en empresas del País Vasco. Esta es la tercera convocatoria de ayudas de este tipo que realiza esta sociedad pública que tiene como objetivo crear oportunidades empresariales de economía circular estableciendo nuevas soluciones de reciclaje de valor para materiales secundarios (“upcycling”), de fabricación de productos con materiales secundarios, o de reparación y remanufactura de piezas o componentes, productos o equipos.
Tras los resultados obtenidos en anteriores convocatorias, en la presente edición se priorizarán proyectos de recuperación de productos y componentes, cierre de ciclo de plásticos y de metales aleados. Los proyectos que soliciten estas ayudas deberán iniciarse en el plazo máximo de 2 meses desde la notificación de la concesión de la ayuda, deberán desarrollarse en un plazo inferior a 16 meses, y se finalizarán antes del 30 de noviembre de 2018.
La cuantía máxima de las ayudas será de 30.000 euros por proyecto. Sólo se concederá un máximo de dos proyectos por persona beneficiaria. Las ayudas cubrirán hasta un máximo de 60% de los costes elegibles para pequeñas empresas, 50% para medianas y 40% para grandes, tal y como se recoge en el Reglamento nº 651/2014 de la Comisión Europea. Estas ayudas están cofinanciados por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional suponiendo la contribución del FEDER el 50% del importe subvencionado.
Con el fin de evitar a las empresas un exceso de trabajo en la presentación de propuestas, la sociedad pública ha regulado un proceso de consulta previa voluntario que permitirá a las entidades conocer la idoneidad de la propuesta y poder aplicar mejoras a la misma. Con este fin las empresas participantes pueden cumplimentar el “Formulario de Consulta Previa de Idea de Proyecto Demostración”. Ihobe confirmará por e-mail la recepción de la consulta previa y responderá en un plazo no superior a los 15 días naturales. El plazo para la presentación de ideas preliminares de proyecto finaliza el 12 de julio y la entrega definitiva de solicitudes de ayuda deberá realizarse antes del 15 de septiembre.
Las propuestas presentadas serán valoradas de acuerdo con la relevancia ambiental del proyecto, la aportación a la competitividad, el carácter innovador de la solicitud, la integración de la cadena de valor en el proyecto, la metodología de trabajo propuesta y el grado de confluencia con las prioridades temáticas.
La revolución industrial que viene
EL PAÍS
La ciudad de Viena se siente tan orgullosa de su compromiso con el medio ambiente que la planta incineradora de Spittelau forma parte de los recorridos turísticos que promociona el Ayuntamiento, los de la Viena verde, la que construye jardines verticales en sus edificios para mejorar la calidad del aire, la que promueve el transporte público y la que se calienta en buena medida con la energía que desprende la combustión de la basura que sus ciudadanos reciclan y separan disciplinadamente. “Aquí quemamos unas 250.000 toneladas de basura al año. Y con eso suministramos aproximadamente un tercio del consumo eléctrico de los hogares vieneses”, explica George Baresch durante una de las visitas de un grupo de estudiantes internacionales a la planta, artísticamente decorada por Friedensreich Hundertwasser.
Spittelau proporciona calefacción a 60.000 hogares en una ciudad de poco más de dos millones de habitantes y es capaz de refrigerar el mayor hospital de la capital en los meses de más calor. La novedad que supuso en su día la planta, además de su colorista diseño y su ubicación en el centro de la ciudad, es que fue reformada tras sufrir un incendio en 1997 para minimizar su impacto ambiental al máximo. Y lo cierto es que ni el olor de las basuras ni el humo de la combustión son casi perceptibles en el exterior del edificio. “Tanto que la torre alberga a una familia de halcones”, señala divertido Baresch.
Pero Spittelau no será el modelo ambiental a seguir en el futuro. Ahora lo que se persigue es minimizar la generación de residuos y su incineración, que las plantas de reciclaje puedan separar el mayor número posible de componentes para permitir su reutilización e, incluso, introducir cambios en el sistema productivo para facilitar la reparación de productos y evitar que acaben en el vertedero.
“Frente al modelo tradicional de economía lineal basado en extraer, producir, usar y tirar, la economía circular pasa por reparar, reutilizar y reciclar nuestros recursos”, en definición de Francesc Gambús, eurodiputado popular, durante un seminario organizado en Logroño por la oficina del Parlamento Europeo en España. “Esta es la revolución industrial del siglo XXI, la base de transformación de nuestra economía”, remata.
Un sistema circular donde todo se transforma y se aprovecha exige cambios profundos en todos los ámbitos de la sociedad, desde la industria a los Gobiernos, los jueces o los consumidores. Y algunos de esos cambios ya están en marcha. El fabricante químico Borealis, el octavo fabricante mundial de polietileno con sede en Viena, cuenta con un departamento de economía circular y, fruto de ese nuevo enfoque, acaba de comprar recientemente la empresa alemana de reciclaje MTM. “Tratamos el plástico como una materia prima de gran valor”, explica Eugenio Longo, jefe de sostenibilidad y asuntos europeos de la empresa. “La integración de la nueva compañía en nuestra cadena nos permite desarrollar una tecnología específica para tratar y reciclar nuestros productos, para poder reutilizar la materia prima en nuestra propia producción”, explica. “No es solo un imperativo empresarial, nos permite adelantarnos a nuestros competidores y vender luego nuestros procesos tecnológicos”, sentencia.
El propio Ayuntamiento de Viena ha reservado en sus plantas de reciclaje, unos espacios para que los ciudadanos depositen aquellos productos que ya no utilizan, como libros, bicicletas o aparatos electrónicos. “Los reparamos si es necesario y los vendemos a muy bajo precio en una tienda de segunda mano que hemos abierto en el centro de la ciudad. Todos los ingresos que obtenemos se destinan a protectoras de animales”, explica Ulrike Volk, del departamento de Gestión de Basuras de la ciudad. Es, sin duda, un gesto simbólico pero que intenta trasladar un cambio de mentalidad. “Queríamos mostrar que los productos que creemos inservibles aún se pueden utilizar, que la gente puede encontrar algo especial a bajo precio y atraer a este espacio a gente que normalmente no va a mercados de segunda mano, ni a mercadillos”, apunta.
De mayor calado son algunos cambios que han sucedido en Austria en el ámbito judicial. En una sentencia sin precedentes en toda Europa, la corte administrativa federal austriaca rechazó el pasado mes de febrero los planes de ampliación del aeropuerto de Viena bajo el argumento de que una tercera pista en el aeródromo implicaría un aumento significativo de las emisiones del país. Todo ello en un momento en el que, según el acuerdo del clima de París y los compromisos con la Unión Europea, Austria se ha comprometido a reducir sus emisiones de dióxido de carbono y la ampliación haría más difícil alcanzar esos objetivos. “El tribunal ha decidido que los objetivos ambientales de largo plazo tienen más importancia frente a la creación de empleo o el desarrollo económico inmediatos”, asegura Sigrid Stagl, directora del Instituto de Economía Ecológica, de la Universidad de Económicas de Viena. “La justicia lanza un mensaje muy importante. Si inviertes en una infraestructura que produce elevadas emisiones de CO2 y esta sentencia crea jurisprudencia, quizás tu inversión no tenga una vida útil dentro de 20 años. Es decir, que en este momento invertir en infraestructuras con uso intensivo de carbono es una inversión de alto riesgo”, recalca.
Su compañero, el profesor Stefan Giljum, insiste en la necesidad de introducir un marco político y económico para impulsar ese cambio de modelo. “Y ahí juega un papel decisivo la política fiscal. Hay que imponer una tasa ambiental que penalice el consumo de materias primas y la utilización de recursos a cambio de abaratar la fiscalidad y el coste del empleo”, subraya. “Es más fácil hacer ese cambio estructural si tomamos las decisiones apropiadas cuanto antes, si permitimos que las empresas adapten su planificación, sus infraestructuras y sus inversiones pronto, si nos posicionamos como un país a la cabeza de ese cambio y desarrollamos la tecnología que luego podemos exportar a los demás”, añade la profesora Stagl.
El Parlamento Europeo, que financia este viaje, ha aprobado un paquete de Economía circular, que busca un enfoque integral al modelo, pero que aún pone demasiado el acento en los objetivos de reciclaje, por otro lado “muy ambiciosos y de gran potencial”, según Giljum. “Lo que necesitamos es un diseño con enfoque ecológico desde el principio y en segundo lugar crear infraestructuras y medios para la reparación”, sentencia Stagl.
“La valorización energética debe introducirse como alternativa al vertedero en cualquier país”
RETEMA
En el marco del Seminario Internacional de la Red Latinoamericana de Gestión de Residuos Urbanos (RELAGRES), celebrado en el Tecnocampus de Mataró (Cataluña) los pasados días 12 y 13 de junio con el objetivo de analizar la contribución de los residuos al desarrollo sostenible y a la lucha contra el cambio climático, el vicepresidente de AEVERSU, Antonio Orrego, se detuvo en explicar la situación actual de la valorización energética en el esquema jerárquico de gestión promulgado por Europa a partir de la Directiva 2008. No obstante, y antes de dar comienzo a su alocución, analizó la inmersión de la economía circular como concepto que, si bien se muestra hoy como novedoso, ya había emergido en la década de los 60 y 70, retomándose en la actualidad con tintes medioambientales para hacer frente a unos recursos escasos que deben ser gestionados desde la sostenibilidad, la racionalidad y con perspectiva de futuro.
En el transcurso de su intervención, Orrego se refirió a la valorización energética de la fracción no reciclable como la solución finalista menos mala a la gran frustración que supone en la actualidad el hecho de seguir depositando todavía en vertedero, a nivel mundial, 1.500 millones de toneladas de residuos que no han podido ser recuperados mediante su reutilización y reciclado.
El vertedero, una lacra para españa
Respecto a la situación en España, señaló que, de las 25 plantas incineradoras construidas en su momento, han subsistido 10, a las que habría que añadir una en Andorra, “y han subsistido porque se han adaptado a la normativa vigente y garantizan el cumplimiento de todos los requisitos ambientales a nivel de emisiones”.
No obstante, llamó la atención sobre el hecho de que, desde la construcción de la última instalación de estas características, hayan transcurrido 10 años hasta el nacimiento de un nuevo proyecto, la de Guipúzkoa, que ha tenido que enfrentarse y superar no pocas dificultades antes incluso de emprender su construcción.
De las 11 plantas adscritas a Aeversu, a las que calificó de integrales, 5 están siendo gestionadas por empresas públicas, 2 por empresas mixtas y 4 por entidades privadas en régimen de concesión.
La escasa dotación de infraestructuras de esta tipología en nuestro país, ha llevado a que, tal y como manifestó Orrego, el porcentaje de vertido se dispare hasta el 55%, siendo el vertedero la alternativa mayoritaria de gestión, y ello a pesar de su negativo impacto ambiental. “El asentamiento, la producción de lixiviados y las emisiones procedentes del vertido, 20 veces superiores a las de las plantas de valorización energética, constituyen todavía una ciencia en estudio”, alertó.
Con estos mimbres, augura que será difícil, por no decir imposible, cumplir los objetivos europeos para 2020 y los establecidos para 2030 por el paquete europeo de economía circular: 65% de reciclado y 10% de vertido. A su juicio, hace falta “planificar y gobernar”.
A todo ello habría que añadir una situación que, paradójicamente, sólo se da en cuatro Estados: España, Lituania, Rumanía y Eslovenia, y es la ausencia de fiscalidad sobre los residuos, toda vez que no se penaliza el uso del vertedero.
Hemisferio norte: más reciclaje y menos vertido
En Europa, hay del orden de 483 plantas de valorización energética que tratan 88 millones de toneladas de residuos y que, en su mayoría, se encuentran asentadas en los países más desarrollados, que son precisamente los que más reciclan y menos vierten. Esta cifra llega hasta las 1.900 plantas de estas características a nivel mundial.
Y aquí se detuvo en analizar la concentración de estas infraestructuras, siendo más numerosas en el Hemisferio Norte, donde, por diversas circunstancias históricas, ha habido mayor capacidad de inversión, presentando un determinado índice de desarrollo humano marcado por la mayor esperanza de vida, el Producto Interior Bruto (PIB) y la tasa de escolarización y duración de la misma.
Asimismo, señaló que los vertederos de mayores dimensiones se encuentran fuera del ámbito de las zonas en las que se están aplicando tecnologías eficaces de tratamiento de residuos.
La mayor población en las ciudades constituye un factor de peso contrastado y a tener en cuenta en la planificación y organización de las plantas de valorización energética, siendo recomendable su ubicación en las propias urbes o proximidades para que los habitantes se beneficien de los recursos producidos en las mismas (electricidad y calor). De hecho, indicó que 2/3 de la electricidad se consume en las ciudades, donde precisamente se produce también el 70% del CO2.
Ventajas de la valorización energética
Como colofón a su intervención, el vicepresidente de AEVERSU detalló las bondades de la valorización y se refirió a la misma como:
- Opción preferente a cualquier otro sistema de disposición final de los residuos, una vez agotada la capacidad de recuperar los materiales reciclables contenidos en los mismos.
- Único sistema finalista capaz de poner en valor el residuo a través de su aprovechamiento energético.
- Solución estratégica y eficaz ante las grandes concentraciones de población en las ciudades, con un notable incremento en la producción de desechos y una alta demanda energética.
- Tecnología respetuosa con el medio ambiente y con un control exhaustivo de las emisiones, al contrario que el vertedero, siendo calificada como energía renovable hasta el 50%.
- Avalada como la tecnología más contrastada y fiable dentro de los tratamientos térmicos.
Por todo ello, y en palabras de Antonio Orrego, la valorización energética debe desempeñar un papel fundamental en los modelos de gestión de residuos de cualquier país y ser introducida como alternativa al vertedero, constituyendo el último eslabón para la correcta gestión de los residuos en el marco de las tecnologías actualmente disponibles.