Gunther Wolff, miembro de la Dirección de Medio Ambiente de la CE: «Las incineradoras que cumplen la normativa no tienen efectos nocivos»
DIARIO VASCO
Empezó su conferencia diciendo que ya somos 8.000 millones de personas en el mundo. Y que crece, sobre todo, la clase media. La que consume. Que aumenta, en definitiva, la presión sobre los recursos y que hay que cambiar el chip. Con los asistentes ya sensibilizados, procedió a explicar la ”Estrategia europea de economía circular” -el título del curso de verano de la UPV/EHU organizado por la Diputación de Gipuzkoa- y la pista para no cargarnos el planeta.
– ¿Qué es una ”economía circular”?
– La que trata de reducir los recursos que consumimos, los reutiliza y, en caso de que no pueda, los recicla para que lo que se recupere se vuelva a integrar en el sistema productivo. A partir de ahí, si no se puede reciclar, se recomienda valorizar energéticamente. Y si no se puede, ya como último paso, el vertedero.
– ¿De quién depende más que se cumpla este esquema? ¿De los gobernantes o de los gobernados?
– Solo se cumplirá con la aportación de todos. Las Administraciones tienen que diseñar sistemas que impongan unas obligaciones para reciclar más, producir menos y valorizar más y mejor. Pero el ciudadano de a pie tiene mucho en sus manos en las decisiones que toma en el día a día. A la hora de escoger productos que se puedan reparar, o que duren más; a la hora de consumir menos; de no utilizar ese envoltorio innecesario…
– ¿No sería más eficiente concienciar al sector productivo? El móvil que llevo será viejo en unos meses…
– También hay que hacer una labor pedagógica con las empresas. Muchas ya se han dado cuenta de que cambiando el sistema de producción han accedido a nuevos mercados. La Unión Europea no se mete en regular temas de mercado. Legislar sobre consumo es complicado. Es más recomendable dialogar con las empresas para buscar nuevas formas de producir.
– ¿Qué recomienda Europa hacer con lo que no reciclamos?
– Fijamos para 2030 un 65% de reciclaje y un máximo de un 10% de vertido. En medio, nos queda un 25% con el cual los Estados miembro pueden hacer lo que quieran. Pueden intentar subir el porcentaje de reciclaje o pueden recurrir a la valorización energética. Lo que no pueden hacer es llevar a vertedero más de un 10%. Si un país consigue reciclar hasta el 90% y verter el 10%, perfecto.
– ¿Eso es factible?
– Los estudios demuestran que no se puede reciclar todo. Que hay límites. Algunas cosas de la fracción resto no se pueden reciclar técnicamente, otras son tan caras de reciclar que económicamente no resulta viable e incluso hay sustancias que se pueden reciclar pero dan como resultado un producto de un valor mínimo, por lo que no merece la pena. Para ese porcentaje que no se recicla es para lo que recomendamos la incineración con recuperación de energía. Pero tenemos una postura neutra. No decimos cómo conseguir el objetivo sino que se cumpla.
– ¿Por qué en España hay menos incineradoras que en Francia, Alemania, Suecia o Dinamarca?
– En buena parte, por la contestación social que ha habido en algunas comunidades. En Europa, en general, la incineración se ha aceptado. Es comprensible que alguien a quien le van a poner una incineración al lado de casa, o cualquier nave industrial, o un centro comercial, se pregunte qué es lo que sale de allí. Nosotros lo que podemos hacer es aplicar el principio de precaución y legislar sobre las emisiones, con lo cual establecemos parámetros a cumplir. En este sentido, garantizamos que las incineradoras que cumplan con la normativa no entrañen efectos nocivos, ni para el medio ambiente, ni para la salud de las personas.
– ¿Aprecia un compromiso real en los Estados para apostar por la economía circular?
– Lo que ha hecho la Comisión Europea es proponer unos objetivos para 2030 (65% de reciclaje de residuos urbanos). Ahora estas cifras se debaten con los Estados, que suelen tender a la baja por no comprometerse a retos que no puedan cumplir. Habrá que dialogar. Y luego está el Parlamento europeo, que tira hacia el otro lado y quiere ser más ambicioso. El problema es pensar que hay que cumplir unos índices como castigo. Entonces cuesta más llegar a la gente y cumplir los objetivos.
– En la Educación también se dice que el incentivo es preferible al castigo pero, ¿no sería práctico imponer sanciones a quien no cumple?
– Los objetivos de reciclaje del 50% de residuos urbanos y la reducción del vertido a un máximo del 10% del total de residuos para 2020 ya son vinculantes. No cumplirlos supondrá cometer infracciones que tendrán consecuencias económicas. Entre 2021 y 2022 se analizará quién cumple y quién no y se actuará en consecuencia.
– Ese 50% de reciclaje va subiendo progresivamente con el paso de los años hasta el 65% en 2030. ¿Dónde está el techo de lo que se puede llegar a reciclar?
– Lo prudente es poner objetivos que se pueden alcanzar porque hay lugares donde ya lo han hecho. Por eso pusimos el del 65%, porque teníamos conocimiento de experiencias que ya llegan al 70%.
– En Gipuzkoa hay municipios que han llegado al 80%…
– Hasta el 80% podría ser factible, a partir de ahí, ya no lo sé. Insisto en que lo prudente es establecer objetivos factibles teniendo en cuenta lo que dice la experiencia (la tasa en Gipuzkoa es del 44% y en España, del 33%). Una cosa es lo que se obliga, que es un requisito mínimo, y otra que haya quien quiera ir más allá, que nos parece muy bien.
– ¿Podría citarnos algún ejemplo de buena práctica en Europa?
– Treviso, en Italia, es el municipio que más recicla (85%), y sus ciudadanos son los que menos pagan la tasa de vertido. Además, han creado empleo. Todo son ventajas. Lo que hay que hacer es, más que sancionar, divulgar estos ejemplos para que otros se suban al mismo tren.