Madrid sopesa construir dos nuevas incineradoras en su plan regional de residuos
GESTORES DE RESIDUOS
La propuesta de la nueva Estrategia de Residuos de la Comunidad de Madrid, que se encuentra todavía en estudio, incluye una alternativa que propone la construcción de una o dos nuevas incineradoras en la región, además de mantener la ya existente en Valdemingómez, que gestiona el Ayuntamiento de Madrid. El objetivo sería obtener energía de los residuos, que no se recuperan de ninguna otra forma, quemándolos y, al mismo tiempo, reducir la fracción de basura que se tira al vertedero, un 70% en la actualidad.
Con vertederos a punto de colmatarse como el de Alcalá de Henares, que da servicio a una población de 650.000 personas y una producción de residuos urbanos de 2,7 millones de toneladas (1,16 kilos por habitantes y día), es urgente encontrar una solución que mejore el sistema actual.
Sobre todo para la fracción orgánica y resto (los desperdicios domésticos que no se separan para la recogida selectiva), un 75,3% del total de los residuos urbanos recogidos en la región, según datos del Diagnóstico Ambiental de la Comunidad de 2015.
El texto de partida elaborado por la Consejería de Medio Ambiente para la nueva Estrategia de Residuos de la región (2017-2024) avanza hacia un modelo en el que se genere menos basura potenciando la prevención, reutilización y reciclado. Pero mantiene la llamada “valorización energética”, que supone deshacerse de los desperdicios mediante procesos de combustión controlada o incineración.
Al mismo tiempo, se produce energía eléctrica que se vierte a la red. El documento plantea dos opciones. La primera supondría la construcción de una o dos nuevas plantas de incineración, además de la que ya existe en Valdemingómez.
De esta forma, la valorización energética podría tratar hasta el 30% de los residuos generados en la región. Las incineradoras propuestas darían cobertura a las tres mancomunidades de tratamiento de residuos domésticos: la del Sur (68 municipios), la del Este (31 pueblos del Corredor del Henares), unida a la del Noroeste (33 mancomunados y 44 no mancomunados).
Si solo se construyera una nueva planta, se utilizaría para todos los municipios de los que se ocupan estas mancomunidades. Se ubicaría en el entorno de la zona sur, para “reducir, en la medida de lo posible, el coste y emisiones que supone el transporte de residuos en grandes cantidades”, explica el texto de la estrategia, que se está consensuando.
En el caso de levantar dos nuevas plantas, una daría servicio a las zonas noroeste y este y la otra a la parte sur de la región. Ambas infraestructuras deberían tener, “al menos”, una capacidad de tratar el 30% de los residuos generados. Para las cenizas y escorias que genera la quema de los desperdicios, haría falta construir “las instalaciones necesarias para su depósito”.
30 kilos por persona
El sistema propuesto es más ambicioso que el primero y habla de reducir la generación de biorresiduos domésticos en 30 kilos por habitante y año poniendo en marcha el autocompostaje, el compostaje comunitario y la prevención del desperdicio alimentario. Se trata de reducir al máximo los desperdicios domésticos, en los que la materia orgánica es la fracción mayoritaria con un 42% del total.
Para ello plantea la recogida separada de la materia orgánica de la que se recogerían aproximadamente 795.000 toneladas al año. El volumen de alimentos que se tiran constituye otra de las piezas clave para bajar el volumen de basura. En los hogares españoles el desperdicio medio de alimentos se encuentra entre los 28 y 35 kilogramos por persona y año. “Son valores superiores a los de Francia, donde a pesar de su mayor nivel de vida, el derroche alimentario es de 20 kilos por persona y año”, dice el texto.