Una impresionante visita a Zabalgarbi
GANANZIA
Reconozco que es una de las visitas “industriales” que más me ha impresionado. Antes de que Zabalgarbi empezara a recibir 240 toneladas diarias de basuras de Gipuzkoa a razón de un millón de euros al mes, sus responsables me invitaron a recorrer las instalaciones de la incineradora y a preguntarles lo que quisiera. Esta es mi crónica de esta visita.
Se me ocurrió ir en bicicleta, cosa que no recomiendo a nadie porque la planta está en una vaguada separada de cualquier casco urbano por varias rampas que bien podrían rivalizar con las del monte Oiz. Sea como fuere, al llegar a la incineradora, lo más sorprendente es que parece una fábrica normal con unos jardines muy bien cuidados. Ni siquiera huele mal.
Aquí ya no se separa nada, pues se supone que ese proceso se ha hecho, en su caso, previamente. Y me sorprende lo mucho que desconocemos sobre lo que ocurre con nuestras basuras desde que las dejamos en el cubo hasta que llegan aquí. Es como si nos quisiéramos desentender de algo que reconocemos que es sucio y que nos disgusta.Lo interesante está por dentro y especialmente en el espectacular “foso” en el que se almacenan las basuras antes de su combustión. Es un lugar en el que trabajan unos pocos técnicos vigilando pantallas de ordenador o removiendo los desperdicios para que queden más o menos ordenados. Además de electricidad, de ahí salen escorias que no arden (20%), chatarras de hierro (casi 2%) y cenizas (4%). Estas últimas sí se inertizan en vertedero por su peligrosidad.
No me pareció asqueroso. Aquí hay de todo y reconozco que sería capaz de pasarme horas mirando lo que hay en el silo y pensando en el uso que ha podido tener antes de llegar aquí. No deja de ser una foto de nuestra sociedad hecha permanentemente a partir de lo que desechamos.
¿Y por qué es interesante Zabalgarbi? En primer lugar, porque resuelve un problema real, como es el de la eliminación de la basura, que en Gipuzkoa está costando un ojo de la cara. Por supuesto que lo ideal sería poder reciclarlo todo, pero mientras llega ese momento, no está de más utilizar un poco de pragmatismo.Todo lo que hay en este silo, que desde fuera parece un sarcófago nuclear, se quema después en un horno a unos 1.000 grados. Con el calor generado se produce vapor que después mueve una turbina que genera electricidad. En otros países, ese agua caliente se distribuye directamente por las viviendas para calefacción.
Hay que recordar que Zabalgarbi no fue un capricho sino la respuesta a una necesidad que plantearon en su momento los municipios de la margen izquierda, que veían cómo su vertedero se llenaba. En el resto de Bizkaia el problema no era tan acuciante pero se preveía que un día ocurriera algo parecido, lo que explica la implicación de Garbiker, un ente dependiente de la Diputación. Para impulsar el proyecto fue necesario movilizar 156 millones de euros.
No fue, en cualquier caso, la primera incineradora de Euskadi, puesto que Bermeo o Mondragon ya contaban con plantas pequeñas y muy obsoletas técnicamente. Zabalgarbi, sin embargo, se hizo con la última tecnología de destrucción y especialmente de aprovechamiento para producir electricidad, lo que se conoce como “vaoración energética de los residuos urbanos”.
Gracias a este sistema, Zabalgarbi produce actualmente un tercio del consumo eléctrico doméstico de Bizkaia. Esta función de generación de energía es la que explica el apoyo de la Comisión Europea a la incineración, reflejado en el Paquete de Economía Circular de 2015:Es este último punto el que explica el segundo interés de la planta vizcaína: Sener, que sigue siendo el principal accionista junto a FCC, desarrolló un sistema de generación que aprovecha tanto mediante turbinas el vapor que producen tanto la incineración como el del gas natural que se emplea en la combustión. Es una tecnología que se ha vendido a otras incineradoras, especialmente en Reino Unido.
Cuando los residuos no se puedan evitar ni reciclar, es preferible, tanto en términos medioambientales como económicos, recuperar su contenido energético en lugar de eliminarlos en vertederos.
¿Y cuál es el futuro? Todo parece indicar que cada vez habrá más incineradoras. En Francia hay 126 plantas, frente a las apenas 11 que hay en España. Y es que en España sigue siendo muy barato depositar en vertederos (en Burgos cuesta unos 5 euros por tonelada), un sistema que países como Alemania han abolido completamente. Mientras en España apenas se incinera un 12% de los residuos, en Dinamarca o Suecia superan el 50%.
Zabalgarbi es, en fin, un proyecto acertado del que deberíamos presumir por su desarrollo tecnológico. En lo que a la contaminación generada se refiere, lo que sí recomendaría a los responsables de la incineradora es una mayor transparencia a la hora de publicar los análisis que periódicamente realizan. Su web debería incorporar una sección de datos, a poder ser procesados por un ente independiente.