China ya no compra «basura extranjera» y colapsa de plástico los vertederos de España

10 enero, 2018 Zabalgarbi Zabalgarbi Noticias

EL CONFIDENCIAL

El mercado mundial del plástico ha dado un vuelco de consecuencias aún imprevisibles. El pasado 1 de enero, China activó la prohibición de importar «basura extranjera», principalmente residuos plásticos que, en muchos casos, constituían el extremo final de la cadena del reciclaje en muchos países occidentales.

El mecanismo es el siguiente: usted deposita una botella en el contenedor adecuado, la empresa de gestión vende ese plástico a recicladores privados que lo transforman en píldoras y vuelven a reiniciar el ciclo, ya sea en España o en China, que venía adquiriendo un 50% de los residuos mundiales de plástico para convertirlos en resina con la que fabricar desde botellas a tuberías.

Varias localidades en España han estrenado sistemas de pago por generación de basura. ¿El problema? Los vecinos se marchan al pueblo de al lado a deshacerse de sus residuos. En Europa o Estados Unidos, era la situación ideal, ya que permitía librarse de una enorme cantidad de material y recibir dinero a cambio. Para China también era beneficioso porque su demanda de plástico crecía año tras año. Pero todo tiene un final.

Muchos de los plásticos —por llegar sucios o mal clasificados— requerían de tratamiento extra y por lo tanto eran demasiado caros para el reciclaje, acababan sin embargo en un vertedero. Por ello, en 2013, el país asiático lanzó la operación Valla Verde para mejorar la calidad de la basura que importaba. La primera medida fue restringir la importación de plásticos de baja calidad.

Ahora, desde este año, la restricción a la entrada de plásticos y otros residuos como papel o metal es total. Esto tiene dos consecuencias: primera, que todos esos plásticos que China ya no compra se están acumulando en vertederos del resto del mundo. Segunda, que la industria del reciclaje en Europa o Estados Unidos ha recibido un duro golpe al perder ese incentivo chino, mientras que los productores de plástico como materia prima son ahora quienes se frotan las manos.

No es la única medida que Pekín está tomando en este sentido. En el último año, el país se ha posicionado como un nuevo líder mundial en desarrollo verde, impulsando, por ejemplo, el mercado de emisiones más grande del mundo: 3.500 megatoneladas de CO2 frente a las 1.900 del mercado europeo, hasta ahora el mayor.

«China solamente está empezando», decía ayer en Madrid el economista William Nordhaus, galardonado con el premio Fronteras del Conocimiento en Cambio Climático por la Fundación BBVA. «Pero ya ha demostrado que puede hacer las cosas tan bien como otros países desarrollados y además mucho más rápido, debido al tamaño de su economía y la falta de trabas habituales en países democráticos».

¿Cómo afectará esto a España?

A nivel mundial, la medida afectará principalmente a los países ricos, pero no del mismo modo. En Reino Unido, por ejemplo, ya se habla de una «crisis del plástico», dado que los índices de reciclaje británicos son tradicionalmente muy bajos porque la exportación resolvía parte del problema.

En España disponemos de mucha información y estadísticas sobre nuestras costumbres con el reciclaje pero, una vez los envases salen de los hogares y llegan al contenedor amarillo, la opacidad va ‘in crescendo’. ¿Adónde van todos esos envases? ¿Cuánto recibe cada recicladora privada, cuánto se exporta a China?

«Indudablemente, las cifras de exportaciones españolas a China de residuos recuperados son importantes», explica a Teknautas Alicia García-Franco, directora general de la Federación Española de la Recuperación y el Reciclaje. «Estamos hablando de 1.050.938 toneladas en 2016, de las cuales un 78% corresponde a papel y cartón y un 13% a plásticos, luego ya a gran diferencia se sitúa el cobre (7%) y en menor medida otra serie de chatarras, férricas y no férricas».

Según ha podido saber El Confidencial a partir de datos de comercio del Ministerio de Economía, en los últimos años la exportación de residuos plásticos a China supuso para las empresas españolas una media de 31 millones de euros al año. El país asiático ha recibido desde 2010 alrededor del 35% de nuestros plásticos usados.

Desde la Federación Española para la Recuperación y el Reciclaje creen que «habrá consecuencias muy negativas para España» a consecuencia de la restricción china. Además, advierten de que Pekín apenas les ha dado tiempo de adaptación, una queja que comparte el Bureau of International Recycling. «Entendemos que el principal objetivo que China quiere alcanzar con los estándares propuestos es identificar qué es ‘basura’, residuos que no se pueden reciclar y cuyo destino es el vertido o la incineración; para que China pueda evitar que este material entre al país», dice García-Franco.

No son, en definitiva, buenas noticias para España, que se enfrenta a una batalla con diversos frentes para alcanzar la tasa del 50% de reciclaje que exige Europa para dentro de dos años. Uno de esos frentes está en los vertederos, donde según datos de Eurostat termina un tercio de los 21 millones de toneladas anuales de residuos que producimos.

La presión sobre estas instalaciones, en las que durante 2017 se produjeron 57 fuegos intencionados, aumenta con la decisión de China. Entre 25.000 y 40.000 toneladas extra de plástico permanecerán almacenadas en nuestro país si no se encuentra una alternativa, es decir, un país que sustituya a China y se convierta en el nuevo ‘vertedero del mundo’.

Puede sonar temerario, pero hay varias naciones que se están postulando para suceder a China en este sucio pero lucrativo trono: Turquía, India y Nigeria.