En el corazón de la incineradora de Bizkaia

1 diciembre, 2019 Zabalgarbi Zabalgarbi Noticias Destacadas

EL_CORREO

La planta genera la electricidad equiparable al 35% de la energía doméstica que se consume en el territorio, a la vez que elimina un tercio de los residuos urbanos

Zabalgarbi, la incineradora de Bilbao, es una de las diez que funcionan en España, una lista a la que pronto se sumará la de Zubieta, en Gipuzkoa. Son pocas, porque vivimos en uno de los países que más basura tira al vertedero de Europa: más de la mitad de lo que se genera, todo un reto porque Bruselas va camino de prohibir estos almacenes de desechos al aire libre. Los considera una aberración medioambiental por la polución atmosférica, de la tierra y de las aguas a través de los lixiviados (los fluidos que genera la propia basura). Por eso, más de medio millar de instalaciones como Zabalgarbi jalonan el continente. Solo en Alemania hay cien.

La planta incineró 230.813 de las 646.574 toneladas que produjeron los vizcaínos el año pasado. Es decir, eliminó más de un tercio de los desechos. Uno de cada tres kilos. El gigantesco foso que alimenta el horno de la incineradora recibe una media de 720 toneladas de basura al día, que transportan hasta el monte Artigas unos 70 camiones cada jornada -sobre todo, desde el anochecer hasta la madrugada-. ¿Qué es lo que termina en Zabalgarbi? Pues las bolsas de basura que tiramos al contenedor de resto. Todo aquello que no separamos en casa. Parte de estas bolsas van directas al horno, y otra parte a la planta de tratamiento mecánico biológico de Artigas, que solo tiene capacidad para tratar 180.000 toneladas de basura mezclada al año, donde separan lo que pueden. También acaba en el foso lo que rechazan las plantas de reciclaje que jalonan el territorio, lo que no sirve para ser reutilizado.

La incineradora es la que más trabaja de Europa -8.000 horas al año-, aunque cada ejercicio realiza una parada técnica de mantenimiento que dura entre tres y cinco semanas, para la que contrata a 625 operarios y en la que se invierten cuatro millones. Solo durante este periodo se vierten residuos sin tratar a los vertederos en Bizkaia.

El aire en el foso es pestilente, pero es como una cámara acorazada para que el hedor no escape. Este mismo aire se desvía al horno para facilitar la combustión. Los ‘pulpos’ mezclan los residuos y después los alzan y depositan en el fuego, d

onde arderán al menos a 850 grados centígrados. Todo el proceso, del que se extrae la energía que después se libera en la red, es supervisado en la sala de control, el ‘cerebro’ de Zabalgarbi. El 20% de los gases generados durante la quema regresan a la planta. Mientras, una cuarta parte de toda la basura que llega se convierte en chatarras- que se venden a empresas siderúrgicas- y escorias, que se utilizan para el sellado de vertederos, aunque en el futuro podrán aprovecharse en el asfaltado de carreteras. El 3% del residuo se convierte en cenizas volantes, que son tratadas por una empresa autorizada. Y de quemar la biomasa surge la energía. La planta, de la que la Diputación es accionista, cobra a Garbiker -la empresa pública foral que gestiona los residuos-, 70 euros por tonelada que trata.

Potencia para 7 años de metro

El año pasado, la planta generó 650 gigavatios-hora de electricidad, equiparable al 30%-35% del consumo doméstico en Bizkaia. Dos profesionales vigilan constantemente el mercado para ponerla en circulación con las condiciones más ventajosas posibles. Desde que se inaugurara en 2005, la planta «ha producido energía equivalente a siete años de funcionamiento de Metro Bilbao», explica José Pérez, responsable de comunicación, que insiste en la importancia de la infraestructura a la hora de gestionar los residuos. Desde que abrió, «ha evitado el vertido de 3,3 millones de toneladas de desperdicios». Una cantidad que no cabría en seis estadios como el de San Mamés. «Primero está el reciclaje y luego nosotros, que cumplimos la misma función que un vertedero, la de eliminar». Las incineradoras, asegura, son la única solución a un problema que crece en todo el mundo, qué hacer con toda la basura.

Inversión
Su puesta en marcha requirió de 156 millones. La Diputación posee el 20% de las acciones, el EVE el 10% y otro 5% la Mancomunidad de la Margen Izquierda y de la Zona Minera. El resto, Sener, FCC y la BBK.

Empleados.
70 operarios, que se organizan por turnos. Para mantenimiento se contrata a más de 600 trabajadores. Mil personas realizan visitas técnicas a la planta al año.