De la economía lineal a la circular: un cambio necesario

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EL DIARIO

Si el consumo continúa aumentando como en los últimos años, en 2050 la población del planeta necesitaría tres veces más cantidad de materiales y un 70% más de alimentos. Solo en los próximos 20 años la necesidad de agua y energía será un 40% mayor. Esta carrera impactará de lleno sobre una industria europea en la que el 40% de sus costes totales se deben a las materias primas -frente a un 20% de los laborales- y en un mercado de “commodities” en el que se ha producido un incremento anual en los precios del 6%, desde el año 2000. Pero no son solamente el petróleo o el gas los recursos considerados críticos, sino también otros, que son suministrados a la industria europea, como el Antimonio, Galio, Germanio, Talio o Platino, y que presentan graves riesgos.

El cambio climático y la protección de la biodiversidad conllevan aún más retraso en la adopción de políticas globales decididas. La Unión Europea adoptó el objetivo 20-20-20 (reducción del 20% en consumo energético y en gases efecto invernadero, incrementar hasta un 20% las renovables) como etapa intermedia hacia una región descarbonizada en la que a 2050 se plantea objetivos de reducción del 85-90% de gases de efecto invernadero respecto a 2005.

La UE ha puesto en marcha distintas iniciativas para afrontar de forma integrada algunos de los grandes retos derivados de los problemas ambientales y de competitividad de la industria europea. La “Hoja de Ruta hacia una Europa Eficiente en el Uso de Recursos”, enmarcada en la Estrategia Europa 2020 de la Comisión Europea, establece acciones para la estimulación del mercado de materiales secundarios y la demanda de materiales reciclados ofreciendo incentivos económicos y desarrollando criterios para determinar cuándo un residuo deja de serlo.

La otra gran iniciativa europea se denomina “Una política industrial integrada para la era de la globalización” establece seis líneas prioritarias de actuación entre las que destaca una ‘Política industrial sostenible, construcción y materias primas’ que impulsa, entre otros, el “desarrollo de mercados del reciclaje estables y regímenes en materia de responsabilidad ampliada de los productores, como medio para avanzar hacia una economía circular”.

Todo esto tiene que ver con el Plan de Residuos 2017-2027 de Navarra que fue abordado en la jornada celebrada el pasado 21 de febrero en Baluarte, en Pamplona, con presencia de los máximos responsables medioambientales del Gobierno de la comunidad foral, y que giró en torno a tres temas:  la nueva Ley de Residuos que se definirá este año 2017; la recogida y gestión de la materia orgánica; y la prevención y reciclado de alta calidad.

Sin duda, la necesidad de aprobar una ley que promueva la economía circular y desincentive la eliminación, supone extender el ciclo de vida de los productos mediante reparaciones, reutilización y rediseño de artículos. Pero, también, y tal como fue subrayada en la jornada, la ley garantizará una adecuada gestión de los residuos domésticos y comerciales, de tal modo que la recogida selectiva de la materia orgánica -supone el 45% del total de los residuos municipales- se despliegue a toda la población navarra en 2027, de forma que la recogida de forma selectiva alcance el 65% del total de los desechos. Además, se pretende que se trate el 100% de la fracción resto y se alcance el vertido cero sin tratar, erradicando el vertido directo de residuos en toda Navarra.

Los ambiciosos objetivos establecidos por Europa en relación con la recogida selectiva de residuos y el reciclado -el Parlamento Europeo abordará el próximo marzo la subida de la tasa del reciclaje al 70% en 2030-, exigen hacer las cosas de otra manera a lo que se ha venido haciendo hasta hace poco. Es necesario pasar de la actual Economía lineal de “tomar, hacer, desechar”, reflejo de una época en que los recursos y la energía se creían ilimitados y eran fáciles de obtener y no había conciencia de las graves consecuencias medioambientales, a una Economía circular que pretende conseguir que los productos, componentes y recursos en general mantengan su utilidad y valor en todo momento, o lo que es lo mismo se cambie la mentalidad pensando en los residuos como recursos, aprovechándose una y otra vez en un proceso cíclico.

En este sentido, la fiscalidad es un aspecto fundamental, ya que el pago por generación supone que el ciudadano o la ciudadana pueda ver realmente como afecta a su economía el tener un hábito de menor generación de residuos y reciclado, u otro, y ello deberá de reflejarse en la nueva ley Foral de Residuos.