España podría ahorrar 1.500 millones de euros al año si transformase la basura en energía
THE OBJECTIVE
España es uno de los países de Europa que menos residuos urbanos utiliza para su valorización energética, según los últimos datos de Eurostat sobre la gestión municipal de residuos de los distintos países del continente.
En concreto, España cuenta con 11 plantas de valorización energética de residuos urbanos y transforma en energía menos de tres millones de toneladas de basura no reciclable. Unas cifras muy inferiores a las de otros países como Francia, que tiene 124 plantas que se encargan de 14,5 millones de toneladas de residuos, o de Alemania, con 100 plantas y 27,5 millones de toneladas.
«La valorización energética es intentar darle una última vida a esos residuos que no se pueden reciclar y en vez de llevarlos a un vertedero y convertirlos en un problema ambiental para los próximos 40 años, a través de una combustión y un tratamiento posterior, sacar la energía que den esos residuos y aprovecharla», explica Rafael Guinea, presidente de la Asociación de Empresas de Valorización Energética de Residuos Urbanos (Aeversu) en una entrevista con THE OBJECTIVE. «Es una electricidad local, fiable y estable y en gran parte renovable», añade.
Guinea defiende que con la valorización energética «estás atacando un problema ambiental y aprovechando una energía que te permite usarla de manera normal en hogares e industrias como energía limpia».
Un ahorro para España
El primer ahorro que supondría la valorización energética para España es que supone un gasto cero en combustible, puesto que este vendría de los residuos que de otra forma acabarían en el vertedero, explica Guinea.
El ahorro depende del precio del combustible, pero según los cálculos de Aeversu con los precios recientes, en la actualidad sería de entre 1.500 y 1.800 millones de euros al año. «Es un ahorro directo para las cuentas del estado español y un gasto que no tendrías que repercutir a los ciudadanos», apunta Guinea.
El presidente de Aversu señala que «a día de hoy estamos dejando de importar 1.650 gigavatios/hora al año de energía eléctrica», pero «el asunto es que solo para cumplir lo establecido por la Unión Europea deberíamos tener el doble de instalaciones, con lo cual ya no es solo lo que estés ahorrando ahora, sino la oportunidad que tienes de ahorrarte en el futuro».
En cifras, «estamos hablando de entre un 5% y un 10% de la energía necesaria en España, que si la metes en el precio marginal, hace que ese precio baje», afirma Guinea.
También señala el impacto que tendría en las emisiones de CO2: «Los ciudadanos ahora con todo el lío que tenemos con los precios de la energía no lo estamos viendo con perspectiva, pero también los vertederos son los mayores productores de CO2 del sector de residuos, estamos hablando de que más o menos el 15% de las emisiones vienen de los residuos y en su gran mayoría de los vertederos, que emiten metano y es peor para el cambio climático que el CO2».
La valorización energética de residuos urbanos no bastaría para «solucionar el problema eléctrico, estamos hablando de porcentajes muy pequeños respecto a otras tecnologías», reconoce Guinea, pero insiste en que es una «energía estable y gestionable» y, por tanto, considera que es «una oportunidad que no estamos aprovechando y estamos pagando».
«Son ideas que no son novedosas, que están probadas, que se llevan haciendo desde hace 30 y 40 años en el resto de Europa y que en España por desgracia no es evidente y creo que es urgente tomar decisiones pragmáticas y claras en este sentido», lamenta.
A la cola de Europa
España envía a los vertederos un 54% de sus residuos, una cifra muy elevada con la media europea, que se sitúa en un 24%, según los datos recopilados por la Confederación de Plantas de Valorización Energética Europeas (Cewep, por sus siglas en inglés) a partir de las cifras reportadas por cada país de la Unión Europea, además de Noruega, Suiza y Reino Unido.
El porcentaje de residuos que se utilizan para convertirlos en energía es de un 11%, también muy por debajo de la media europea, que se sitúa en el 25%. Y en cuanto al reciclaje y el compostaje, se hace solo con un 35% de los residuos, un 15% por debajo de los objetivos establecidos por la Unión Europea para el año 2020.
En otros países de Europa, la valorización energética está mucho más establecida. En Francia, por ejemplo, alrededor del 50% de la red de calefacción urbana de París se abastece de las tres plantas de conversión de energía de la ciudad, que abastecen también a hospitales y museos. En Alemania, los residuos municipales tratados en la instalación de Wuppertal se utilizan para generar hidrógeno para alimentar los autobuses de transporte público.
España está muy lejos también de poder cumplir los objetivos marcados para 2030-2035, que establecen que no se puede mandar más de un 10% de los residuos al vertedero. Algo que, por otra parte, actualmente solo cumplen ocho países de la Unión Europea, mientras que diez países, incluido España, aún mandan más del 50% de su basura a vertederos.
«Yo creo que en Europa nos miran y se preguntan por qué en España no se hace esto y se meten los residuos en un agujero, se incumple la normativa», reflexiona el presidente de Aversu.
Consenso político
Según Guinea, «hay muy poco conocimiento en el mundo político en general de qué es» la valorización energética, así como «un mito urbano de que esto es incineración a la vieja usanza y contamina mucho, cuando Europa en los criterios que toma para poner una energía como contaminante o no contaminante ha diagnosticado que no lo es».
Esto, sumado a la falta de consenso político para proyectos como estos, a largo plazo, que «se amortizan en unos 20 años», son los motivos por los que no se expande esta manera de gestionar los residuos en España, según el presidente de Aeversu.
«Yo creo que falta una reflexión nacional, sacarlo del debate partidista común, porque los mismos partidos que en una comunidad autónoma la intentan promover, en otra la atacan, porque es un sitio donde es fácil hacer oposición sin tener fundamento», denuncia.
«Es verdad que para poderlo desarrollar se necesita consenso y llegar a acuerdos de los partidos, porque son proyectos de más de una legislatura, hay que tener una visión de que queremos hacer las cosas bien», dice Guinea, y añade que «en el momento actual no parece lo más común, el consenso y esa visión común, pero sí que creemos que la oportunidad sale de la evidencia que hay ahora de la necesidad de ser más avanzados en el punto de vista ecológico y por otro lado por la crisis energética en la que estamos metidos».