Europa asume con normalidad la presencia de incineradoras en las ciudades
NOTICIAS DE GIPUZKOA
La presencia de incineradoras en las principales ciudades europeas es un hecho, especialmente en aquellos países más adelantados en materia de medioambiente. Francia encabeza este particular ranking, con 126 incineradoras, seguida de Alemania, con 99. Detrás se encuentran Italia con 44, Suecia (33), Reino Unido (32) o Suiza (30). El Estado español cuenta a día de hoy con doce.
Precisamente en Alemania se encuentra la planta de Oberhausen, una de las mayores incineradoras del país, que está ubicada en el centro de esta ciudad de 212.000 habitantes. De hecho, basta con salir de la instalación y cruzar una acera para encontrarse con los primeros bloques de viviendas.
Sin embargo, parece que esta circunstancia no tiene grandes influencias entre los vecinos, que aceptan con normalidad la presencia de esta instalación que lleva en funcionamiento cuatro décadas.
Basta hablar con algunos vecinos para confirmar que la convivencia con la incineradora es total. “Nunca he sentido ninguna molestia” es la afirmación más repetida por las personas consultadas por este periódico. Aseguran que no sufren olores y tampoco padecen trastornos de tráfico, ya que la planta está conectada directamente con la autopista.
La voz de la calle
Tanto es así que incluso algunos vecinos de toda la vida desconocen la existencia de esta instalación. Es el caso de Úrsula, dueña de una floristería de la estación central. “No tenía ni idea de que hubiera una incineradora aquí y eso que llevo viviendo en Oberhausen desde hace 40 años”, exclama la mujer, de 56 años, entre risas. La revelación, no obstante, parece no perturbarle demasiado. “Estoy muy tranquila. Me gusta que la basura se elimine”, sentencia.
A pocos metros, Fabián, estudiante de Informática de 22 años, considera que esta forma de tratar los residuos “no supone ningún peligro para la salud”. “Considero que no hay motivos para alarmarse”, afirma cuando se le explica la incertidumbre que existe en Gipuzkoa.
En el exterior de la estación, Kubrat, taxista de profesión y procedente de Europa del Este, afirma que la incineración que se lleva a cabo en Alemania “no tiene nada que ver” con lo que se hace en su país: “Aquí no hay ningún olor y nunca he sentido ninguna molestia”. Como padre de dos niños “pequeños”, asegura no estar preocupado por su salud.
Sin embargo esta convivencia cordial no ha sido así siempre y la planta de Oberhausen ha tenido que ganarse la aceptación de los ciudadanos. De hecho, en este municipio surgió el primer movimiento importante de Alemania contra la incineración. El estricto control de emisiones que se lleva a cabo, así como las severas leyes medioambientales que se han ido aprobando tanto a nivel estatal como regional, han sido claves para revertir la situación.
Además, las autoridades locales mantuvieron un diálogo “constante” con los movimientos sociales, conversaciones que “funcionaron muy bien y que se siguen manteniendo hoy en día”, asegura el responsable de Medio Ambiente de la ciudad, Markus Werntgen-Orman. “Asumimos la crítica constructiva que se hizo entonces, pero conseguimos hacerles entender que lo que se iba a hacer era mucho mejor y más saludable que lo que se estaba haciendo hasta entonces, que era llevarlo al vertedero”, recuerda.
PAPEL SOCIAL La planta también ha jugado un papel protagonista en la conciliación con la ciudad, implicándose de manera activa en la vida social del municipio. Cada año patrocina un festival carnavalero, además de esponsorizar un equipo de fútbol local y organizar un mercado anual de bicicletas de segunda mano. También trabaja codo con codo con guarderías y colegios, con los que se hace una importante labor de sensibilización sobre el reciclado. Y colabora con el Ayuntamiento y los bomberos organizando cursos de formación sobre gestión de residuos.
Todo ello ha permitido que hoy en día, la conciliación con la ciudad sea “entre neutra y simpática”, aseguran desde el departamento de relaciones públicas de la incineradora. Este no es un hecho baladí, ya que es una de las incineradoras más grandes de Alemania. Esta instalación trata los residuos que se generan en ocho municipios de la comarca del Ruhr, lo que se traduce en la incineración de 700.000 toneladas de residuos anuales, una cifra solo por detrás de la de Colonia, que incinera 710.000 toneladas anuales. Además, la planta genera energía para abastecer 100.000 hogares.
Planta de Oberhausen
700.000 toneladas al año. Es la segunda incineradora por tamaño de Alemania. Incinera cada año 700.000 toneladas de residuos, si bien aspira a ascender a 720.000 este mismo 2016.
Importan residuos. Trata los residuos que generan ocho municipios, aunque también importan de Holanda e Inglaterra.
Tres. La cuenca del Ruhr, donde se encuentra esta instalación, tiene cinco millones de habitantes y hay otras dos incineradoras.
Centro. La incineradora se encuentra en el centro de la población. En un radio de un kilómetro tiene tres guarderías, a 60 metros se encuentran los primeros bloques de viviendas y a 250 metros hay pistas deportivas.