Iosu Madariaga: “La mejora ambiental en Bizkaia es irreversible; los ciudadanos no van a permitir ahora que algo se ensucie”

20 uztaila, 2014 adclick Sin categoría

 

DEIA

¿Ha ido ya a la playa?

-Sí, a Karraspio, como siempre. He podido seguir la obra, que me tenía preocupado. Pero ha quedado francamente bien.

¿Cómo están?

-Dentro de lo que fue el estropicio de los temporales, bien, aunque no todo lo que hubiéramos deseado. No tanto por las labores de reparación, que se han hecho en tiempo y forma, sino porque hay cuestiones que dependen de la naturaleza y no controlamos. 

Hay playas casi sin arena.

-Tardará tiempo, pero se irán recuperando poco a poco, lo sabemos por experiencia. Lo normal es que durante todo el verano se vaya acumulando arena de nuevo.

Así se va a hacer en Laida.

-Laida no es una playa, es una barra de arena. Históricamente, ha cambiado muchísimo de año a año: la gente de la zona sabe que había años en que ha habido menos playa que un campo de fútbol y otros había más. Con el sistema dunar se estabilizó la masa de arena, pero el espacio para disfrute de playa quedó limitado. Este año habrá que esperar que vuelva la arena. Y lo hará, por la propia dinámica de corrientes.

¿Es la mejor decisión?

-Es la que ha tomado el organismo competente, que es Costas. No tenemos más que respetarla. Desde el punto de vista técnico, no tengo capacidad para cuestionarlo. Esperaremos. Pero es algo que ocurre todos los años: en invierno el mar se lleva la arena de las playas y va entrando a lo largo de la primavera y el verano. Es un proceso natural.

Tras los temporales llegó la crisis de la ‘fiebre Q’.

-Sí, en Semana Santa. Fue un mes muy complicado.

¿Cómo está la TMB?

-Bien, recuperando la normalidad. Superamos el problema de la infección, pasamos todas las analíticas después de la limpieza y desinfección, se han establecido los nuevos protocolos… Ya estamos tratando los residuos de todos los municipios menos Bilbao, que lo hará mañana. El lunes estará ya a pleno rendimiento. 

¿Qué protocolos se han establecido?

-Desde cuestiones preventivas (mascarillas, guantes…) a temas de limpieza y mantenimiento (hay una planificación anual, con muestreos y analíticas), pasando por protocolos de entrada: determinados tipos de residuos, por ejemplo, se van a eliminar en origen y no se va a dejar que pasen por todo el circuito. 

¿Le preocupa que pueda volver a ocurrir algo así?

-Evidentemente. Pero de toda crisis se sale fortalecido y hemos aprendido mucho. Esta planta es un modelo alemán para una tipología de basura alemana; no somos Alemania y tenemos un nivel de impropios muy elevado. Tenemos que lograr que se reduzcan, a base de concienciación ciudadana.

¿Cuántos llegan?

-Más de un 10%; residuos que no deberían estar en la bolsa de basura. Y hay de todo: bidones, bombonas, animales muertos de todo tipo… 

¿Cuál sería el nivel óptimo?

-Obviamente, el 0%, pero sería deseable bajar del 5%. Se pueden alcanzar esos ratios. Esta crisis también ha servido para que la gente se conciencie; ahora se preocupan de dónde hay que llevar tal o cual residuo.

Gracias a esa infraestructura se ha logrado el vertido crudo 0. ¿Qué supone eso?

-Que nada va a vertedero directamente; el 100% de la basura de los vizcainos recibe algún tipo de pretratamiento. No hay nada más insostenible que un vertedero, un cúmulo de residuos que se pudren durante 100 años y les queda a nuestros hijos, nietos… Somos de los pocos territorios del Estado que cumplen esa directiva europea del año 91. Del Ebro para abajo se ven cosas increíbles.

¿Ya está todo hecho? ¿En qué se puede avanzar?

-Ni mucho menos; esto es un proceso de mejora continua. Hay que mejorar en todo: reutilización, recogida selectiva, fracción orgánica… Ahora el reto es, para el año 2020, reciclar el 50% de la fracción reciclable; estamos en camino de lograrlo. 

Y eso, ¿cómo se hace?

-Lo fundamental es facilitar la labor a los ciudadanos: todo nuestro sistema se basa en la voluntad. Si les pedimos que hagan un esfuerzo para que separen, tenemos que facilitárselo. En este momento, en reutilización y orgánica estamos extendiendo el parque de contenedores. 

¿Qué tal está funcionando el contenedor marrón?

-En general, bien, con alguna salvedad de impropios. Sinceramente, mejor de lo que esperábamos: esperábamos un 15-20% y en muchos municipios se están adhiriendo más del 30% de los ciudadanos. 

¿Hacen falta más infraestructuras?

-A gran escala, hoy por hoy, no. Puede que haya que hacer plantas de compostaje más pequeñas y comarcalizadas.

Y el diputado de Medio Ambiente, ¿cuántos contenedores tiene?

-Además del de la fracción resto, otro que diferencia envases y papel. Vidrio genero muy poco y lo llevo directamente al contenedor.

¿Es muy maniático con ese tipo de cuestiones?

-No, pero soy coherente con lo que intento divulgar o pedir a la ciudadanía. Me gusta predicar con el ejemplo y educo a mis hijos para que sean corresponsables con este tema. Procuro hacer bien las cosas.

¿Merece la pena ese esfuerzo que se le pide a la ciudadanía?

-Por supuesto. Algunos dicen que se está favoreciendo a empresas privadas, que no se recicla… Solo estamos favoreciendo al futuro de nuestros hijos, ocupando menos espacio de vertido. El desarrollo sostenible es un concepto solidario con las generaciones futuras, para dejarles el planeta en las mismas condiciones o incluso mejores. Si a eso le sumamos que la basura puede ser un recurso, tenemos que darle el máximo aprovechamiento. Lo peor que podemos hacer es no darle un valor y generar un problema.

¿Sigue la situación de los residuos en Gipuzkoa?

-Sí. Como ciudadano de este país, me preocupa. Pero como responsable institucional, poco puedo decir de lo que hace una institución colega. Si alguien quiere lograr los mismos objetivos con otra metodología, ojalá tenga suerte. No estamos para decir a Gipuzkoa lo que tiene o no tiene que hacer. 

¿Qué es hoy en día ser verde?

-Antes era ser proteccionista, tener muchos espacios naturales… Hoy se entiende que es tener incorporada la variable ambiental en las políticas.

¿Y Bizkaia lo es?

-En el concepto antiguo, evidentemente, no. Pero tiene implementadas políticas ambientales potentes y es referente a nivel del Estado en muchas materias. Hemos destinado muchos recursos y trabajo a este ámbito, a pesar de no estar socialmente muy reconocidos. No somos un área de primer nivel, pero tenemos una gran transcendencia en la calidad de vida de la ciudadanía.

No siempre muy reconocido…

-La gente mayor, que ha vivido situaciones ambientalmente desastrosas, valora muchísimo la transformación de este territorio en la última década. Hemos podido corregir el legado que recibimos, implementar políticas preventivas y elevar el estándar de calidad ambiental y de salud. El nivel de exigencia hoy en día es muy alto y esa mejora, irreversible; nadie va a permitir ahora que haya vertidos o algo se ensucie.

¿Cómo llega un biólogo a ser diputado de Medio Ambiente?

-Por carambolas. Después de terminar el Doctorado surgió una oportunidad para dirigir el Patronato de Urdaibai y entré en un circuito de gestión en la administración pública que jamás hubiera sospechado. Para alguien con conocimientos académicos, poder implementarlos en la práctica es muy enriquecedor; es importante que las personas que dirigen las políticas sectoriales sepan algo de la materia.

¿Se considera ecologista?

-No, por lo mismo que un sociólogo no es socialista. Respeto el movimiento y hay muchas claves que comparto, del cuidado del patrimonio natural o incorporar valores sostenibles en tu vida cotidiana, pero huyo de los fundamentalismos. Y, con todo mi respeto, en esos grupos hay gente con muy poco rigor científico.