Un viaje de 1.650 kilómetros para incinerar toneladas de basura que salen de Roma
EL CONFIDENCIAL
Parte de los desechos de los hogares de Roma se incineran a 1.650 kilómetros de distancia: 900 toneladas de basura italiana viajan cada semana en tren hasta Ámsterdam para reducirse a cenizas y aliviar la presión sobre las calles de la capital italiana, pero Países Bajos también tiene que hacerse cargo del CO2 que se emite de la incineración.
Desde principios de este mes, Ámsterdam procesa 900 toneladas de basura romana que llega en fardos cada semana por tren gracias a un acuerdo entre la capital neerlandesa y el alcalde romano, Roberto Gualtieri, a quien se le acumulan los desechos domésticos en las calles, generando un enorme problema en Roma. Su prometido incinerador no estará listo hasta al menos 2026 y la capacidad de procesamiento de basura en Roma está al límite.
En 2013, Roma ha cerrado el megavertedero Malagrotta, el más grande de Europa, después de años pagando multas a la Unión Europea por violar las normas ambientales, pero esa decisión se tomó con una nueva política de basura que se demostró poco eficiente contra la cantidad de desechos, creando una emergencia en la capital y obligando a buscar soluciones a un problema creciente.
Tras largas negociaciones, el servicio de recolección de basura de Roma, AMA, y la planta incineradora de residuos AEB Ámsterdam, llegaron a finales de marzo a un acuerdo temporal: los italianos pagan a los neerlandeses 200 euros por tonelada de residuos incinerados; es decir, Roma se gasta 180.000 euros por semana para deshacerse de la basura de sus residentes.
Sin embargo, un grupo de expertos independiente de la agencia neerlandesa CE Delft publicó este martes un informe en el que concluye que este acuerdo es una victoria ambiental para Italia y el mundo, pero las emisiones de CO2 y nitrógeno que se contabilizan en Países Bajos aumentan con la incineración de desechos italianos, y alertó de que parte de esas emisiones podría desaparecer si se elimina el plástico de los residuos.
Los desechos domésticos en Italia consisten de una media del 13 por ciento de plástico, lo que es algo más alto en el caso de Roma, y esta parte relativamente pequeña genera más de la mitad de los gases de efecto invernadero cuando se quema en Ámsterdam, dice la agencia CE Delft.
Pero la basura adicional de Roma no está arrastrando las emisiones neerlandesas por encima del límite de CO2, aseguró un portavoz de AEB al diario neerlandés AD. “Nos fijamos en el beneficio para el medioambiente a nivel internacional, y eso nos permite quemar los desechos de la manera más eficiente posible”, explicó el portavoz.
La instalación de reciclaje de la AEB Ámsterdam tampoco puede hacerlo porque está ya funcionando a pleno rendimiento. En 2021, el ayuntamiento neerlandés dejó de pedir a los residentes que separasen los residuos plásticos para reciclarlos porque aseguró que la AEB puede hacerlo con mucha mayor precisión utilizando su equipo especial.
Una planta de reciclaje es fácil de instalar. El problema, dice David Bolscher, analista del sector de la Industria, Transporte y Logística en ABN Amro, es que reciclar plásticos no es rentable y es mucho más caro que el plástico virgen o recién producido, por lo que, sin subsidios u obligaciones legales de usar plástico reciclado, la reutilización no despegará.
A pesar de esto, la medida, dice CE Delft, es un alivio para el medioambiente en general, puesto que los residuos no se acumulan en los vertederos de Roma y no producen metano (fuerte gas de efecto invernadero) añadido para Italia, y, además, esos residuos importados a Países Bajos se usan como materia prima para la producción de energía para negocios y hogares en Ámsterdam.
La AEB, ubicada en el puerto occidental de Ámsterdam, ha estado procesando desechos del Reino Unido durante 10 años y tiene otros acuerdos similares con Bélgica, Alemania, Islandia y Francia.