Cartas desde Singapur: El arte de la valorización energética
LA RAZÓN
¿Qué pasa cuando se tira algo a la basura? Cada español genera, de media, 1,2 kilos de residuos al día. Y quizá piensa que desaparecen por arte de magia. Ojos que no ven, planeta que se resiente. Ya lo arreglará Wall-E, el robot de Disney, allá por 2805, cuando los humanos hayan abandonado la tierra.
Cada año se generan en el planeta dos billones de toneladas de residuos, según el informe What a Waste 2.0 coordinado por el Banco Mundial. El 44% lo compone materia orgánica; el 17%, papel y cartón; el 14%, sin categorizar; el 12%, plásticos; el 5%, vidrio; el 4%, metal; el 2%, madera, y, el 2% restante, deshechos de goma y cuero. Cada año producimos más y se prevé que los dos billones de toneladas se conviertan en 3.4 en 2050. La gran mayoría, el 33%, se deposita en basureros abiertos; el 25%, en vertederos sin especificar; el 13.5% se recicla; el 11% se incinera; el 7.7% se deposita en vertederos sanitarios; el 5.5% se convierte en compost; el 4% en vertederos controlados; y el porcentaje restante se categoriza bajo “otros”.
El abuso de los vertederos sitúa a España a la cola de Europa en gestión de residuos. Una vez más, fallamos en la transición ecológica. Según un estudio publicado por G-Advisory del grupo Garrigues el pasado marzo, cada año enviamos 12.7 millones de toneladas, el 56.3% de nuestros residuos urbanos, al basurero. Reciclamos el 33.8% y solo el 9.9% se convierte en electricidad a través de la valorización energética o incineración. ¿Qué es esto y por qué es tan importante? Es el proceso por el cual se minimiza el volumen de residuos mediante su combustión produciendo vapor y electricidad. La basura genera un 245% más de emisiones en el vertedero que de esta manera. Según el mencionado informe “los vertederos emiten 772 kg CO2e por tonelada tratada, mientras que la valorización genera unas emisiones de 224 kg CO2e por tonelada tratada”.
Entonces, ¿por qué no lo hacemos? Porque hasta ahora nos salía más barato enviar nuestra basura en barco a Malasia. Que se encarguen otros. Típica actitud de país rico. Asia ha empezado a rechazar la importación de residuos y a devolver nuestros regalos envenenados. Según la categorización de países del Banco Mundial: el 34% de los residuos mundiales provienen de países ricos, lo que equivale al 16% de la población mundial; el 32% de los países con ingresos medio altos; el 29% de países con ingresos medios bajos y el 5% de países pobres. Estos últimos representan el 9% de la población mundial. A medida que las economías más pobres vayan urbanizándose este porcentaje irá variando.
Los residuos significan para nuestro país el 4% de las emisiones de gas de efecto invernadero (GEI). Recortar esta aportación puede ayudarnos a alcanzar los objetivos de emisiones del acuerdo de París para la desaceleración del cambio climático. La Unión Europea nos exige en materia de gestión de desechos urbanos rechazar la admisión de residuos valorizables en vertederos a partir de 2030, así como reducir al 10% la cantidad de desperdicios urbanos depositada en vertederos antes de 2035.
Qué nos puede enseñar Singapur? Precisamente el arte de la valorización energética. El país ha creado una isla a la que envían sus residuos en forma de ceniza. Para contextualizar, Singapur tiene una densidad de población de 7.810 personas por km2. Personas que generan de media al día 3,72kg de basura. Según la Agencia Nacional del Medio Ambiente (NEA), en 2019 se produjeron 7,9 millones de toneladas. Es decir, que el tratamiento de residuos ha de ser muy eficiente ante la escasez de terreno. El país cuenta con tres empresas que cumplen los requerimientos para recolectar basura pública: Alba W&H Smart City Pte Ltd, SembWaste Pte Ltd y 800 Super Waste Management Pte Ltd. Las tres cuentan con una licencia de siete años para operar y servir a los seis distritos en los que se organiza Singapur en materia de recolección de residuos. En España esta competencia, salvo que no tengan capacidad para asumir dicha carga, recae en los ayuntamientos. Una vez recolectados, se llevan a una de las cuatro plantas de incineración que hay al oeste del país: Las plantas de Senoko, Tuas, Keppel Seghers Tuas y Tuas South. Esta última es la que tiene una mayor capacidad de incineración: 4.400 toneladas al día. El resto contribuyen al total de 7.800 toneladas que quema Singapur diariamente. Actualmente, Mitsubishi está construyendo una nueva planta de incineración que podría llegar a incinerar 3.600 toneladas adicionales de basura al día. Este proceso de quema en el que la temperatura de los hornos ronda los mil grados centígrados, reduce el volumen de los residuos un 90%. De ahí se obtiene una mezcla de ceniza y metales que son posteriormente separados utilizando un imán. Tras la quema, los agentes contaminantes presentes en el humo son tratados antes de ser enviados a la atmósfera para asegurar la limpieza del aire. En el futuro, implementarán tecnologías de captura de carbono, actualmente en investigación, que servirán de esponja de emisiones. El proceso descrito genera alrededor de 1.600 MWh de electricidad al día. El 20% es consumida por la propia planta y el 80% restante se reintroduce en la red nacional. Este tratamiento contribuye al 2-3% de la demanda energética del país.
Las cenizas producidas se humedecen para que no se vuelen y se vuelcan a un camión cubierto por una capota rígida. Su destino: La estación de intercambio de Tuas marine. De ahí zarpará la barcaza hacia la isla de Semakau en un viaje de 3 horas (25km). Esta isla fue construida en abril de 1999 tras cuatro años de obras y un coste de 382.6 millones de euros. Una isla artificial de 350 hectáreas ganadas al mar con un perímetro de siete kilómetros. El espacio está aislado por una membrana impermeable y una capa de arcilla marina que evita que el lixiviado se vierta al mar. El camión lleno de ceniza llega al borde del lago artificial dentro de la isla y la precipita. Como es natural, el agua del lago se ve desplazada por la ceniza vertida, por lo que esa agua es filtrada y devuelta al mar para evitar su desborde. En la actualidad restan 157 hectáreas por llenar. Se prevé que Semakau alcance su límite en el 2035. Objetivo revisable ya que en 2012 el horizonte era el año 2045.
¿Y esa zona no queda inhabilitada? Cuando cada una de las células o piscinas se llena, se cubre con tierra y se replanta para convertirla en una zona verde. Desde 2005 la isla está abierta al público. Podría subir fotos a Instagram sin que nadie se diese cuenta de que estoy sobre toneladas de basura. Pero claro, el espacio se agota ¿y después? Se están investigando maneras de reutilizar la ceniza y convertirla en cemento o material de construcción para carreteras y aceras. Esto reduciría la cantidad de ceniza sumergida en la isla. No quita que haya que seguir reduciendo y reciclando nuestros residuos. Los ciudadanos jugamos un papel central en todo este puzle. Actualmente, la estrategia de gestión de basuras de Singapur pasa por la reducción del volumen de residuos mediante la incineración, el aumento del reciclaje, la reducción de ceniza que llega a la isla y la minimización de residuos a través del diseño de nuevos embalajes por parte de las marcas; desarrollando productos fáciles de reciclar. Estos esfuerzos se complementan con la aplicación de una tasa por emisiones de 3.14€/tCO2e a aquellas instalaciones que emiten 25 ktCO2e o más al año de forma directa. Todo contribuye al objetivo Zero Waste o basura cero del país que consiste en reciclar el 70% de la basura para el año 2030 y reducir al 30% la basura enviada a la isla de Semakau. Para esto hace falta mucho esfuerzo y educación por parte del ciudadano. No es una tarea exclusiva del gobierno del país. De ahí que, tergiversando la famosa frase de JFK, tengamos que preguntarnos qué podemos hacer por nuestra basura. La respuesta está en reparar, reducir, reutilizar y reciclar.